viernes, 30 de noviembre de 2007

JUAN CALVINO o JEAN CALVINUS (francés, siglo XVI, 1509 – 1564)

Vive una generación completa después de Lutero.

Era un hombre frío que jamás manifestó cariño por alguien, en cambio, Lutero era un hombre de sentimiento, impulsivo, de buena mesa y sociable. Calvino no tuvo hijos y concebía la vida como puro sacrificio, lo que es extraño cuando Cristo no vivió toda su vida en penitencia y no se auto-infringía castigos. Cristo era sociable y vivía como cualquier ser humano. Era un archi-intelectual viviendo encerrado en los libros y veía la religión como algo duro. Estudia en el colegio de Montaiga, que tenía una disciplina severa y donde se habitúa a ser un buen alumno y a llevar una vida sacrificada.

En 1534 decide abandonar la Iglesia católica.

En 1536 escribe “Institutio Christianae Religiones”, o sea, “Institución de la religión cristiana” donde presenta su postura religiosa. Se la dedica a Francisco I, ya que a pesar de todo, seguía siendo su rey, era un francés exiliado, pero no un suizo. En esta obra se centra en Dios, ya que para él, el hombre no es una figura relevante. Para Calvino los hombres son basura, son excremento, son los pecadores del mundo. Es lo más miserable y no tiene ninguna virtud para vanagloriarse. Dios tiene el poder para destruir la humanidad en un segundo, porque frente a Dios el hombre no es nada. Solo Dios le infunde fe, virtud, inteligencia, etc.

Calvino también habla de la predestinación, donde Dios en su eterno e inmutable decreto decide quien se salva y quien se condena. Su decisión no se puede hacer variar, como en otras religiones. Calvino plantea que los que se salvan, se salvan por la misericordia divina de Dios. Si Dios fuera justo debiera condenar a todos, porque todos son pecaminoso, pero como también es misericordioso decide salvar a algunos, pero no a los que obren bien, sino a los que él quiera. Esto es el secreto e incomprensible juicio de Dios, que según Occam no se entiende ya que la razón humana no comprende las decisiones divinas, distinto de los humanistas, que tratan de entender la fe con la razón. Así, con Calvino se renuncia a la razón.

En el calvinismo el hombre no tiene derechos ni dignidades, y por lo mismo no se pronuncia en el debate actual sobre los derechos humanos, ya que éstos se obtienen porque podemos elegir el bien gracias a nuestro libre albedrío.

En cuanto a la naturaleza del hombre, dice que está sometida por el pecado y que no puede mover al hombre al bien, ya que perdió la posibilidad de elegirlo. Solo elige el mal. Solo Dios elige esa bondad en algún hombre. Lo que haga, bueno o malo, depende de Dios. La concupiscencia es la tendencia de los hombres al mal, es la eterna tentación al mal. Ésta todos la sufrimos.En cuanto a la moral, adopta una muy extrema que se suele llamar puritanismo. Ésta es muy estricta y es como una manera de hacer penitencia ante Dios, pero no para salvarse porque ya estamos predestinados. Traspone la moral de monasterios y conventos a la sociedad completa llamando a orar, trabajar para mantener la comunidad y hacer penitencia. Sin embargo, a los monasterios entraban los que querían, pero Calvino quiere expandir esta moral extrema a toda la sociedad.

Esto no era correcto, porque la moral debe ser natural, porque cuando es anti-natural deja de ser moral. Esta situación se mantuvo hasta hace muy poco en los países calvinistas como Suiza.

Un médico catalán llamado Miguel Servet, que era cristiano, decía que la Santísima Trinidad no existía. Éste fue perseguido y se refugió en Ginebra. Allí Calvino lo juzgó y lo condenó a la hoguera. Esto hace que crezca la intolerancia religiosa, como se da con las brujas de Salem en la Alemania protestante, ya que en esto no había constancia de su pacto con el demonio, solo era por intolerancia. Este fue el clima del siglo XVI.

John Knox implanta el calvinismo en Escocia, en Holanda y Transilvania.

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